8 de noviembre de 2007

Les années bienhuereuses du châtiment



“There is no spoon” y Neo no entiende, no alcanza a comprender lo que el niño le trata de explicar, there is no spoon dice el pequeño calvo que dobla una cuchara con la mirada. Es que no tenemos talento y nos cuesta entender lo que está un poco más allá de los acotados datos medibles, empíricos. Por qué nos cuesta tanto entender que es tan sencillo como reconocer que ya perdimos y estamos derrotados en la “guerra educacional”, el profesor siempre ha de perder.

Es que si entre todos los “cómo, cuándo y qué enseñar-aprender” nos repetimos los para qué, las preguntas se vuelven interminables. Porque ¿para qué es que realmente aprendemos o enseñamos?, es al parecer imposible lograr una respuesta realmente honesta, propia, libre y el no tener un convencimiento que no se base en parámetros establecidos hace que seamos derrotados por el entorno adverso. Talvez en esa derrota del individuo frente al contexto esté una condición sine qua non de la práctica pedagógica. Porque ¿para qué es que realmente aprendemos o enseñamos?.

“Ceci n’est pas une pipe” y Magritte se ríe de nosotros, ya nada es nada. No nos queda una realidad a la cual aferrarnos ni experiencias reproducibles que reproducir… “there is no spoon”.

Debiésemos quizá contentarnos con nuestra experiencia particular irreproducible que nada tiene que ver con la de los demás, con nuestros “recuerdos inventados” como dice Villa-Matas, que intenta ser el más derrotado de todos los escritores contemporáneos, quien nada a grandes brazadas y con enorme técnica en este mar de la nada que nadea.

“Ya en esos días de colegio, era yo consiente de que en las aulas nos dedicábamos al simulacro de estudiar cuando en realidad todos, sin excepción, sabíamos que no había nada que aprender…” dice Villa-Matas. En cuanto a mí, recuerdo el periodo escolar como un largo tiempo en que no encontré un lugar donde estar.